La anticipación frustrada
de tu llegada a través de mi ventana
una vez, no estás
dos, tres, tampoco.
El engaño auditivo del teléfono
que, mentirosamente, suena en mi mochila,
otra vez tu llamado que no era
ni siquiera un llamado.
Las cuadras que camino de más sin notarlo
como queriendo encontrar por ahí tu mirada sonriente,
despojada del gesto de los últimos días.
Las mañanas en que despierto enojada
confirmando que todo es cierto
que no vas a llegar
que no vas a llamar
que esa mirada, solo es mi mejor recuerdo
que no pudimos hacer de esta madeja de hilos enredados
una trama tan hermosa
como la que alguna vez
tejimos juntos.
Comentarios
Publicar un comentario